Queridos todos.
Hoy vengo con la moral muy alta y las ganas de volar rozando la luna. Hace tiempo que vengo pensando en escribir que las mujeres tenemos una necesidad: querernos.
Hoy, hablando con una mujer increíble a la que tuve oportunidad de conocer y que ahora es alguien muy importante para mi, he encontrado el empuje que necesitaba para deciros una cosa simple: el único amor verdadero que durará toda la vida, es el que te tengas a ti misma.
Me animo y me alegro mucho cuando una mujer me escribe y me dice que ha decidido quererse, y me pide ayuda. «Loren, quiero que me ayudes a verme, a encontrarme, a reconocerme, los años pasan y yo no me paro. Quiero darme un tiempo para mi».
Esa mujer que me ha escrito quiere ver de vez en cuando una foto que le recuerda que es maravillosa, que existe, y que merece un mundo. A lo mejor no lo dice con estas palabras, pero es justo así. Esto hace que mi mente bulla y mi corazón se acelere.
Supermujer. ¡Ja! Nos han vendido que podemos con todo, que siempre debemos estar, y estar a la altura, pero en nuestra lista de cosas por hacer, siempre somos las últimas. Nos preocupamos por todo y por todos, dejamos que nos critiquen, que nos exijan, que opinen de lo que hacemos, que nos vendan, y luchamos con tener que aparentar perfección con una sonrisa, pero a veces lo de dentro está roto.
Creo que debemos encontrar la fortaleza para aceptarnos, querernos, y ser felices con lo que somos, darnos un mimo de vez en cuando, y comprender que el amor de tu vida eres tú. Con eso, todo lo que conlleva ser una superwoman, no pesa, te lo pasas por el arco del triunfo, y la vida se ve de colores.
Y yo tengo un arma para empezar a luchar: lo terapéutico de la fotografía. Es un primer paso.
Yo os aseguro que lo estoy comprobando. Da igual tu figura, tu color de pelo, tu tamaño de pies. Aquella mujer que me escribe, y que me pide una sesión, lo ha hecho porque necesita verse, y verse bien, y quererse mucho. No importa nuestro físico, sino nuestra actitud. Y eso es lo que se ve en las imágenes al final.
Mi armamento es un previo a la sesión que les resulta una ilusión, un reto, un tiempo precioso para ellas. Las intento conocerlas un poco mejor, ver qué tipo de foto hacemos, y se convierte en un acontecimiento. Durante la sesión se crecen, se sienten especiales, piensan en ellas, en qué quieren mostrarme. Intento conseguir un clima confortable, una relación de confianza, calma y risas. Luego, cuando entrego las fotos, veo las sonrisas, los recuerdos, las expresiones especiales, lo que en ellas evoca aquello que ven, y es muy bueno. La traca final es que pido que una foto impresa ocupe un lugar visible en sus casas: mírala todos los días y recuerda tu grandeza.
Siempre he dicho que soy una afortunada por poder hacer lo que me gusta, y estos momentos que son parte de mi trabajo, me llenan el alma, me fortalecen, me enseñan y me ayudan a seguir adelante.
No pasa nada por permitirse un tiempo de vez en cuando. De verdad.
Quiero dar las gracias a Nerea por dejarme usar sus fotografías para ilustrar estas palabras. No voy a contar su historia, pero ella, además de ser un encanto de persona, es una preciosidad, tiene una figura envidiable, pero no se daba cuenta. Este fue su primer paso, y sé que estas fotos le dan fuerza cada día. Ojalá veas a diario lo hermoso que yo veo en ti.
Ojalá todas viéramos lo hermosas que somos.
Dadle una vuelta….