No podríais ni imaginar lo mucho que disfruté con esta sesión. Son de esas familias en las que te gustaría inspirarte para construir la tuya propia. Entre ellos se respira amor, armonía y complicidad. Entre los cuatro. Porque Darío es un niño precioso, equilibrado, tranquilo y risueño. Se contagia del ambiente. Pero es que hasta su amigo peludo se comporta igual. No sé si habré podido plasmar todo lo que ellos desprenden en mis imágenes, pero ojalá pudiérais verlos con los mismos ojos con los que los vi yo aquella mañana de domingo. Gracias, familia.