Crecer, convertirte en adulto, es un ejercicio de equilibrio. Has de compensar lo que pierdes con lo que vas ganando. Como un funambulista en el alambre, debes igualar el peso de las cosas que el tiempo te arrebata con el de aquellas que te otorga, mover con destreza la barra de equilibrio para llegar al otro lado de la vida sin caerte. Pero a veces… A veces miramos atrás y recordamos lo perdido, aquella mirada limpia, aquella manera diferente de ver las cosas, cuando todo era aún nuevo. Y entonces desearíamos volver.
Volver a ser un niño.
Gracias de nuevo a Literatura en los talones por hacerme el honor.
Gracias a usted, madame.